martes, septiembre 23, 2014

Ciencia ficción

Un enjambre de reporteros se arremolina en torno a Los del Río. No han publicado un nuevo disco ni un nuevo remix de la Macarena: están en la entrada de la capilla ardiente de Isidoro Álvarez, presidente de El Corte Inglés. Las expresiones de Rafael y Antonio son de abatimiento. Rafael parece al borde de las lágrimas.
—Que nada que... Qué vamos a decir... —arranca Antonio.
—Nos habéis cogido así de... Esto es muy fuerte, hija... —dice Rafael.
—Que sentimos muchísimo... esta pérdida tan... enorme. Y una persona tan generosa. Y le conocimos hace muchísimos años. Y realmente siempre ha estado ahí. No para nosotros sino para... para cien mil personas de... de su empresa —dice Antonio, que por un instante esboza una sonrisa amarga al rememorar el temperamento de su amigo—. Venga —añade a modo de despedida.
Los informadores retiran los micrófonos y las grabadoras y se apartan para abrir paso a la pareja.
—Un trabajador nato —dice Rafael sacando fuerzas de flaqueza—. Luchador.
Los del Río avanzan hacia la entrada del domicilio del empresario. Rafael se gira por última vez hacia los periodistas, que están ya a otra cosa:
—Hacen falta mu-muchas personas como él.




Tengo la teoría de que Los del Río jamás conocieron a Isidoro Álvarez